A veces pensamos que una mala acción no tendrá repercusión, que solo será una acción momentanea, pero ¿hemos pensado en el futuro?, ¿Qué pasaría si se crea un conflicto?. Ser consciente del problema y pensar a futuro, nos enseña a crear empatía con nuestro entorno, a conocer y ejecutar las reglas que han sido establecidas para una sana convivencia.

La convivencia necesita un aprendizaje, desde que somos pequeños estamos relacionándonos con otras personas, tanto con la familia, la escuela o los vecinos. Vamos aprendiendo normas que van a regir nuestras relaciones sociales y ayudarán a ceder para poder convivir con los demás, adquiriendo conocimientos y reglas que nos guiarán día a día.

En la convivencia y comunicación es fundamental entender que existen normas y convencionalismos sociales que debemos utilizar al tratar con otras personas, aplicar conceptos como tener paciencia, mantener una actitud positiva, saber escuchar, respetar las ideas y opiniones de los demás, hablar con respeto, etc.

El respeto: se deriva de cualquier tipo de comunicación con otra persona, la primera premisa es aceptar la dignidad, sin prejuicios ni discriminaciones, y entender que puedan tener pensamientos y opiniones distintos a los nuestros. Esto no implica que no podamos discutir estas opiniones, pero siempre se deberá respetar ambas persepeciones de la situación.

La afabilidad: Tener un ambiente de cordialidad facilitará nuestras relaciones, pero si nuestra actitud es indiferente, difícilmente nos llevará a una convivencia satisfactoria.

La inteligencia: En las relaciones sociales, las buenas intenciones no son siempre suficientes, es importante saber escuchar e intentar conocer a la otra persona y en casos contrarios mantener la calma sin emitir comentarios que podrían llevar a la confrontación.

Los prejuicios: Un factor negativo para la convivencia, el cual implica una predisposición, que nos hará tener una actitud negativa ante los demás dificultando la relación.

La intransigencia: Convivir con los demás supone un esfuerzo en conseguir puntos de acuerdo. Para ello, todas las partes deben ceder a menudo en sus posturas evitando producir una relación de acatamiento o subordinación.

El ritmo de la vida actual y la revolución en las comunicaciones han creado un doble efecto: por un lado, hemos aumentado la cantidad y diversidad de personas con las que nos relacionamos, pero por otro, la calidad de la relación entre las personas se ha hecho superficial y utilitarista. Además se tiene como común denominador la falta de tiempo, las prisas y el estrés.

La relación con nuestros vecinos, en muchos casos, se limita a un saludo. Por ello es importante crear lazos que nos permitan convivir en armonía por lapsos prolongados de tiempo pensando en el futuro que buscamos para nosotros y la familia, comenzando por pequeñas acciones pensando en nuestra comunidad y como afectará a los demás. Recordando que nuestra vida transcurre relacionándonos con otras personas, saber comunicarse y convivir es una de las bases para tener una vida satisfactoria.

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