En el mundo actual, donde prima la inmediatez, ser paciente resulta difícil, desde la psicología exponen que esta es una virtud se debería entrenar más, porque permite afrontar los obstáculos cotidianos así como lograr metas en la vida. La importancia de la paciencia en la vida es fundamental, se ha observado que las personas pacientes tienen menos conflictos porque son capaces de controlar sus impulsos y de que la emoción no domine sus respuestas o reacciones sino que lo haga la razón.

La paciencia, es la capacidad de esperar y tolerar la incertidumbre, está relacionado con la no impulsividad y tiene como un espacio para digerir las respuestas, analizar. Ser paciente nos hace resistentes a la duda o a la frustración.

Beneficios de ser paciente:

  • Nos ayuda a prevenir la ira y la frustración.
  • Ser pieza clave en trabajo en equipo.
  • Genera menos adicciones.
  • Menos episodios de depresión. Una persona impaciente al ser más impulsiva tiene más conflictos internos es más difícil que tenga ese equilibrio que marca la tranquilidad.
  • Baja los niveles de estrés, ansiedad.

¿Por qué somos impacientes? nos cuesta afrontar la incertidumbre, si bien a medida que crecemos vamos desarrollando la capacidad de espera, porque aprendemos que de esa forma solemos conseguir lo que necesitamos. No ser capaces de controlar el impulso, la baja tolerancia a la frustración y en ocasiones una baja autoestima o el no confiar en nosotros mismos y nuestras capacidades, pueden boicotear la paciencia.

Es importante desarrollar la tolerancia de frustrarnos para que lo que depende de nosotros y nuestras capacidades, dé sus frutos.

Cómo cultivar la paciencia:

  1. No exagerar. Esperar un minuto más en pensar, no va afectar en nuestra vida.
  2. Relativizar es fundamental. Preguntarnos hasta qué punto esa espera puede merecer la pena.
  3. Respirar, enfocarnos en la respiración y sentir esa pausa profunda.
  4. Asumir responsabilidades.
  5. Ser coherente y no ser exigente con uno mismo.
  6. Pensar antes de hablar e incluso escribir.
  7. Aprender a vivir en el presente, desterrando las comparaciones con el pasado y anticipaciones sobre el futuro.
  8. Diferenciar lo que depende de nosotros y está en nuestra mano, de lo que no.

Lo que no depende de nosotros requiere del arte de la espera, de aprender a afrontar ese tiempo sin saber si lo deseado llegará o no.

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